Cosmovisión y filosofía nahuas

Por Iris Yadel Chávez Romero
Hombre y cosmovisión  

Para el estudio y la investigación de las culturas prehispánicas, en específico, la cultura Náhuatl, dado nuestro distanciamiento con los temas a tratar, es necesario comenzar a ocuparnos de la metodología que se utilizará. Es importante precisar que nuestras fuentes de investigación provienen de la evidencia arqueológica además de los documentos en náhuatl y los códices.

Es con base en el estudio de nuestras fuentes que podemos hablar de pensamiento filosófico; por un lado nuestro acercamiento a la cosmogonía náhuatl nos hace visible una preocupación por el origen de hombre y el universo, además de la necesidad de buscar un fundamento existencial, claro, no podemos olvidar que dentro de los relatos míticos también encontramos la finalidad de la existencia del hombre.

Comenzaré a hablar de este punto tomando como base la leyenda de los soles y como referencia la interpretación que hace Mercedes de la Garza en El hombre en el pensamiento religioso náhuatl y maya, a continuación extraeré algunos tópicos que son fundamentales y que se encuentran como base ontológica de la cosmovisión Náhuatl.

soles

Vemos que el elemento fundamental en la leyenda de los soles es, justamente, el sol, entendido tanto como principio vital, cósmico y divino. Para acercarse a la cosmogonía náhuatl es necesario entender la totalidad del universo como una unidad dinámica y ordenada por un principio superior, además, es preciso entender que la existencia del universo sigue una ley cíclica de muerte y renacimiento basada en la lucha de los contrarios, simbolizada por la lucha entre los dioses Quetzalcoatl y Tezcatlipoca por el reinado de cada época o sol, ya que la concepción cosmogónica de los antiguos nahuas se basa en ciclos de creaciones y destrucciones que preceden a cada era, sin embargo, hay que entender que hablamos de etapas de un mismo proceso generador.

En la cosmogonía náhuatl el mundo ha sido creado por los dioses para habitación del hombre, porque los dioses necesitan ser reconocidos y venerados además de que necesitan fundamentar su existencia; por eso es que la creación del hombre da sentido a los dioses y, con ello, al mundo. Es así como el vínculo del hombre con los dioses da sentido a su propia existencia humana, a la vez que impulsa la dinámica del cosmos.

El hombre es parte fundamental del proceso de transformación del mundo, pues es él quien principalmente sufre las transformaciones que son causadas por su estrecha relación con la naturaleza. Dentro de la leyenda de los 5 soles se visualiza que las etapas cósmicas son determinadas por el perfeccionamiento del hombre pues se va relatando la progresiva aparición de los componentes del mundo y la trasformación del hombre. Esto, según Mercedes de la Garza, con el fin ultimo del perfeccionamiento progresivo del hombre.

Cada hombre es cualitativamente diferente al anterior pues en cada ciclo hay un tipo de hombre como centro de la generación de esa etapa, hubo gigantes en un sol y en otro existieron monos, sin embargo, fueron destruidos porque carecían de conciencia para venerar a sus creadores. Finalmente, el hombre de la tercera generación, el hombre de maíz, el hombre del quinto sol -o lo que para nosotros es la época actual- fue el único hombre de las generaciones que logro ser consciente de sí y, además, sabe  y reconoce que parte de su existencia es sustentar a los creadores, es decir, el ser humano consciente sabe que parte de su existencia radica en mantener la existencia de los dioses para poder mantener la propia y la del mundo. Entonces, se hace evidente el estrecho vínculo entre dioses y hombres a la vez que existe la conciencia del hombre en mundo y el mundo  para el hombre.

Podemos contrastarlo por ejemplo, con la cosmogonía Cristiana en la cual el mundo es creado de una sola vez por un dios, además, de que el hombre fue creado tal y como hoy lo conocemos y en el cual dios existe por sí y para sí mismo, donde hombre es, en la creación, un ser dependiente de la voluntad divina en espera del juicio final o fin del mundo.

El hombre y la filosofía

Una vez entendida la concepción de ser humano en el mundo ¿Cómo podemos hablar de filosofía en la época prehispánica?

Ahora bien, por un lado, existe una fundamentación de la existencia humana basada en los mitos cosmogónicos pero, por otro lado, también podemos hablar de problematización filosófica en tanto que dentro de la conciencia de los sabios nahuas ha nacido la duda, una incertidumbre que va más allá de los mitos. Preguntarse por el valor de lo que existe en relación a los fines humanos por encontrar la satisfacción de las cosas que se encuentran sobre el tlalticpac (sobre la tierra), o la incertidumbre por descubrir la finalidad de las acciones humanas o la preocupación por la fugacidad de la vida, son problemas que nos llevan a preguntarnos por el ser de las cosas, al tratar de descubrir la verdad sobre ellas y sobre la vida, en sentido estricto, hablamos de la actividad del filosofar.

En su texto Filosofía náhuatl, León-Portilla retoma pequeños fragmentos de algunos poemas nahuas en los cuales se hacen evidentes las problemáticas descritas líneas arriba. Sin embargo, nos dice el autor, que probar la existencia  de estas preguntas e inquietudes no es suficiente para hablar de filosofía, pues también es necesario rastrear la existencia de individuos dedicados a la actividad intelectual de plantearse dichas preguntas y no solo plantearlas si no, también, tratar de darles alguna respuesta.

León-Portilla rastrea, gracias a Fray Bernardino de Sahagún, a aquellas personas que son candidatas para ocupar el sitio de filósofos, a aquellos que se dedican a los quehaceres de la sabiduría en el mundo prehispánico. Dice Sahagún en Historia general de las cosas de Nueva España que el sabio entre los nahuas es llamado Tlamatini, o Tlamatinime en plural, y para Portilla es equiparable al filósofo por “un engarce de rasgos y aspectos” más significativos. Podemos identificarlo con ciertos términos que nos pueden ayudar a comprender sus quehaceres. León-Portilla describe que el tlamatini es un metafísico pues “estudia lo que nos sobrepasa, la región de los muertos”, es cosmólogo, es un instrumento de contemplación, “es escritura y sabiduría”.

Es un maestro de la verdad, nelli (lo que tiene raíz), y amonesta a otros. También, se encarga de enseñar a otros a tomar un rostro y un corazón, in ixtl in yolotl, esto supone, claro, que él ya posee ese rostro y ese corazón, es decir que el sabio posee una personalidad. En este punto difiero con León-Portilla cuando lo nombra Psicólogo; me parce que es más adecuado el término de guía; es un moralista pues “pone un espejo delante los otros, los hace cuerdos, cuidadosos”, es humanista pues gracias a él la “gente humaniza su querer y recibe estricta enseñanza”. Eran los Tlamatinime quienes tenían a su cargo componer, pintar, saber y enseñar los cantares y poemas en donde se cimentaban sus creencias y fundamentos, en otros términos, poseían la sabiduría.

Sin embargo, a pesar de los argumentos ya dados por León-Portilla sigue existiendo la duda acerca de la existencia de la filosofía y los filósofos en el mundo precolombino, esto se debe en gran medida al desconocimiento de las fuentes y, muchas otras veces, al prejuicio sobre la definición que se tiene sobre la palabra filosofía.

Además de entender a la filosofía como actividad humana, como el ejercicio del pensamiento racional (en este contexto es necesario acotar racional pues recordemos que los sabios nahuas se encargaban de ayudar a construir un rostro y un corazón en cada persona “in ixtl in yolotl”, se dedicaban a formar tanto la parte sensible, como la parte racional haciendo del humano una unidad, y no como por tradición lo concebimos, en donde la racionalidad y la sensibilidad son dos cosas independientes, que pueden llegar a ser contrarias una de otra). Y si hablamos de filosofía como el descubrimiento de las incertidumbres del mundo y la actividad de tratar de darles alguna posible respuesta y entendemos al filosofo como una suma de diversas actividades relacionadas con los conocimientos y la sabiduría, como aquella persona que se ejercita en la sabiduría y que como un guía moral y de conocimiento, trasmite lo aprendido a otras personas, entonces también podemos dotar al filosofo de los conceptos del tlamatini, tanto como podemos dotar al tlamatini de los conceptos del filosofo y así, enriquecer su labor en la aprehensión de la sabiduría.

Bibliografía.

Garza, Mercedes de laEl hombre en el pensamiento religioso náhuatl y  maya. México, UNAM, 1990.

León-Portilla, MiguelLa filosofía náhuatl. México, UNAM-IIH,  1997.

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