Por: Dr. Victórico Muñoz Rosales
ENP/ FFyL
Lo mexicano en filosofía, más que la repetición del título de uno de los más importantes textos en nuestra propia historia filosófica aportado por José Gaos, es la acertada expresión de la modalidad de autognosis que regularmente nos imponemos todos los interesados por la actividad filosófica mexicana. De la primera mitad del siglo XX a estos inicios del siglo XXI, la filosofía nuestra se ha desarrollado ampliamente, lo que no significa que sea ampliamente conocida y esta es pues, una de las razones –entre otras- que amerita y hasta justifica de cuando en cuando volver a analizarla.
Como en todo lo que va evolucionando, en el mismo movimiento en que se modifican sus elementos y características hay algo que permanece, que se mantienen y permite la identidad. De la misma forma la filosofía mexicana actual ha devenido distinta de cómo se le concebía en el siglo pasado, pero mantiene ese carácter que la hace propia, que la hace nuestra. La permanente vigilancia epistemología sobre su fundamentación, así como su vocación de autognosis, son algunos de estos elementos permanentes; la transformación de sus problemas o al menos los planteamientos de ellos, así como sus respuestas son las que van modificándose.
En ese sentido por ejemplo, Gaos dice moverse en torno a la filosofía mexicana, pero realmente planteó y replanteo la problemática básica de la filosofía mexicana de la primera mitad del siglo XX. Movernos hoy en torno nuevamente de la filosofía mexicana, nos pondrá en oportunidad para comprender cómo ha evolucionado, qué se ha mantenido, qué ha cambiado, cuáles son sus logros, los retos que tiene ahora, y las perspectivas que anuncia.
En mi participación quisiera retomar la consideración misma de la filosofía mexicana o de lo que hace mexicana a la filosofía para acercarnos a comprender por qué es tal; la otra parte complementaria, para otra ocasión, estriba en la diferencia entre la filosofía en México y la filosofía mexicana. Tratemos ahora lo primero.
Lo mexicano en Filosofía: Lo propio
¿Quiénes son los filósofos mexicanos que nutren e integran una filosofía mexicana? Uno de los principales atolladeros al querer historiar nuestro pasado filosófico está en considerar los criterios con los cuales se incorporarán algunos pensadores y no a otros. Menudo asunto el anterior si se considera que debe establecerse antes qué es lo mexicano para decir que éste o aquello son filósofo y filosofía mexicana. Beuchot considera que “lo mexicano” aún no se establece y prefiere atenerse a otros criterios más convencionales (o artificiales): “… esta pertenencia puede resolverse con criterios naturalistas o artificialistas (arbitrarias o convencionales). El extremo naturalista sólo daría carta de nacionalidad o naturalización a los nacidos en México; el extremo artificialista lo daría a todos los que de alguna manera ocuparon un sitio en la historia de la filosofía mexicana…”[1]
Decididamente Beuchot se aleja de criterios sustancialistas, basados en fenomenologías que buscan esencialismos tales como “lo mexicano”; por otra parte, la mayoría de los interesados pero que desconocen el asunto siempre preguntarán sobre lo mexicano para aceptar que, en el caso de la filosofía, haya filósofos mexicanos y filosofía mexicana, de tal forma que la pregunta por “lo mexicano” se constituye en otro obstáculo epistemológico que siempre saldrá a obstaculizar la fundamentación de nuestro filosofar y nuestra filosofía, puesto que no se tiene –ni se tendrá por el momento- una definición muy exacta. Puede considerarse que esta petición de principio sobre la explicación de “lo mexicano” nos la heredaron Ramos, Gaos y los hiperiones en sus ya conocidas discusiones sobre la Filosofía de lo mexicano; el obstáculo principal que oponía Gaos era el del “Circulo vicioso”[2]: Gaos y Ramos criticaban la búsqueda de esencias sobre la base de fenómenos. De ahí que este “Círculo vicioso” sea uno de los obstáculos para fundamentar “lo mexicano” en filosofía y que se extendió a todo lo que se relacionara con el tema, incluyendo los intentos de elaborar una historia de la filosofía mexicana ya que afecta a sus criterios de periodización.
Por ello la estrategia de Beuchot resulta importante, pues nos enseña a buscar caminos ahí donde los obstáculos nos detienen. Nuestro autor considera que:
Simplemente aplicaremos el ser mexicanos, la mexicanidad (…) tanto a los que no habiendo nacido en México trabajando aquí sus productos filosóficos (como Bartolomé de las Casas, Zumárraga, Vera Cruz, etc.) como a quienes habiendo nacido aquí trabajaron en el extranjero (como Guevara y Basoazábal y demás jesuitas expulsados); y por supuesto, con mayor privilegio, a quienes nacieron y trabajaron en nuestra patria.[3]
¿Qué es lo común que hace a Beuchot incluirlos en la filosofía mexicana? O ¿por qué son representantes de la filosofía mexicana los nacidos aquí o los exiliados, o los no nacidos aquí, pero que hablaron de lo nuestro? Aunque no está explícito, podemos considerar que lo fundamental está en la realidad filosofada y en la conciencia explicita de hacerlo así; en donde los problemas de esa realidad se constituyen en objetos de la reflexión filosófica.
Para destrabar ciertos obstáculos hay que aplicar menos fenomenología y más lógica, pues lo que nos caracteriza bien puede fundamentarse por la vía del razonamiento, más como dato que como fenómeno en sí, más como problema que como acontecimiento, ya que lo común en la filosofía mexicana (además de la adscripción geográfica) está en los objetos del filosofar: “Podemos decir –afirma Beuchot- que lo distinto eran los problemas concretos que nutrían y se aplicaban a ese filosofar, problemas nuevos y distintos, originados por el fenómeno americano, como la legitimidad de la conquista, la racionalidad del alma de los indios, su esclavitud, etc. Pero esos mismos problemas los abordaron pesadores europeos que nunca estuvieron en América, como Mair, Vitoria, Soto, etc. Lo que importa en la escolástica mexicana era –según Beuchot- además de atender problemas concretos americanos, darles la respuesta adecuada y verdadera.”[4]
La filosofía mexicana, con referencia a la específicamente novohispana por ejemplo, pero también la de cualquier otra etapa (de los nahuas en adelante) de la historia de México, es tal por tener problemas-objeto que surgen de la realidad mexicana y son importantes para nosotros como individuos, como pueblo y nación con una cultura y filosofía propias.
Si no buscamos esencialismos reificados o reificantes, si no hablamos del ser del mexicano o de fenómenos puros y buscamos, mejor, establecer los problemas que nos son propios a partir de nuestra realidad, entonces basta que, en el sujeto que se dé la intelección de nuestros problemas, los plantee y quizá resuelva, está haciendo filosofía mexicana, no importando si es o no mexicano (pero claro en contacto con nuestra realidad y problemas) como algunos novohispanos, no importando si lo hace en México o en el extranjero (como alguno de los jesuitas mexicanos expulsados), pero eso sí, con una alta consciencia de su situación, de frente a los problemas-objeto que impone la propia realidad, y en la medida de lo posible, en el reconocimiento y recuperación de las tradiciones que lo constituyen en lo inmediato y el pasado mediato.
Por supuesto que con esto se amplía el concepto de Filosofía mexicana y ahora caben en ella casi todos los filósofos que tengan las anteriores características: sean analíticos, neotomistas, marxistas, latinoamericanistas, etc., lo cual vemos bien y supone un avance, con tal de que asuman su realidad, los problemas que surgen de ella, los filosofen y tomen consciencia de este proceso. De lo anterior se desprende un buen número de cuestiones interesantes para la filosofía mexicana, que de su relación de oposición con la filosofía en México, ahora podría también establecer relaciones complementarias y no excluyentes (sin desechar la relación de oposición, sino además).
Entremos ahora al debatido asunto de porqué la filosofía es mexicana. No decimos que toda filosofía sea mexicana, sino que hay filosofía mexicana y habiéndola la pregunta se dirige a saber por qué es mexicana o qué hace mexicana a la filosofía.
Actualmente ya se ha mostrado que existen ideas varias sobre la filosofía, que no hay una filosofía universal, sino filosofías concretas con aspiraciones universales, así es que no me detendré aquí con aquellos que afirman todavía que la filosofía es una y no debe ponérsele gentilicios, quienes así afirman, tienen una idea de filosofía, la de la filosofía occidental con carácter de pseudouniversal y por ello cuestionan que haya una filosofía mexicana. Tampoco me detendré con aquellos que exigen pruebas contundentes sobre lo “peculiar”, sobre la esencia de lo mexicano para sustentar la existencia de una filosofía mexicana, éstos lo piden así para, acto seguido, demostrar la inexistencia de tal esencia o peculiaridad y por tanto demostrar la inexistencia de la filosofía mexicana o de algo peculiar que la haga mexicana. Se trata de las argumentaciones ya hechas del tipo “mirlo blanco” de González Casanova o del “círculo vicioso” de Gaos. Oposiciones argumentativas como las anteriores junto a una persistencia por preguntar lo ya resuelto, son lo que no permite avanzar y siempre empezar – en apariencia- nuevamente de cero.
Argumentaré mejor, para aquellos que tratamos de comprender y estamos abiertos a analizar críticamente el cómo o porqué de la filosofía mexicana.
- La filosofía mexicana es tal por ser hecha por mexicanos, pero no exclusivamente, pues tenemos a personalidades como José Gaos, José María Gallegos Rocafull o Patrick Romanell, quienes no siendo mexicanos han contribuido a ella. Igual puede decirse de Alonso de la Veracruz, fray Bartolomé de las Casas u otros que a lo largo de la historia de la filosofía mexicana han hecho su aporte. ¿Qué es lo que hace que los consideremos miembros de la filosofía mexicana, a los mexicanos y a los no mexicanos? Digo mexicanos y no mexicanos porque también hay mexicanos que no hace filosofía mexicana. A unos u otros que sí los considero es, por supuesto, por su aporte, el aporte que dieron a la causa de la filosofía mexicana. Pero no sólo eso, sino también:
- La filosofía mexicana es tal por ser el producto de un filosofar situado, pero no exclusivamente. Esta situación del filosofar lo constituye nuestra circunstancia concreta, nuestra realidad mexicana, así cuando se filosofa se debe partir de ella y podemos hablar de un filosofar situado. Pero aunque esto es necesario no es suficiente; pues puede suceder que aun siendo mexicano y aun estando en México no se produzca filosofía mexicana sino filosofía en México; por otra parte, recordemos incluso que entre nosotros hay quienes se oponen a reducir toda la filosofía a nuestra realidad como tema, lo cual es sano. La situación no es suficiente, requiere de otro factor;
- La filosofía mexicana es tal por partir de la realidad mexicana y por ser consciente de ella, pero no exclusivamente; un caso extremo me permitiría ilustrar la importancia de este factor; Francisco Javier Clavijero, por ejemplo, es miembro de la filosofía mexicana aunque su máxima obra La historia antigua de México, la haya realizado en Italia, no estaba en situación pero era consciente de ella. Así, tenemos que esa filosofía mexicana es tal porque se da en, a partir de, y por, la circunstancia y, también por la conciencia de esa circunstancia, lo que lleva más específicamente a decir que;
- La filosofía mexicana es tal por la intelección de los problemas que esa circunstancia mexicana y la conciencia que ella genera; así, quien se plantee y reflexione sobre los problemas de nuestra circunstancia con plena conciencia, no importando si está o no en México, ni si es mexicano o extranjero, está haciendo filosofía mexicana.
Nótese cómo en éste último párrafo ya no mencioné el ‘pero no exclusivamente’ porque considero que este sí es un requisito integrador de todos los anteriores para que la filosofía sea mexicana.
Ahora bien, también existen otros elementos que forman parte de la filosofía mexicana y la constituyen, pero que no la reducen a ellos. Se trata de la corriente filosófica de los mexicanistas, de aquellos que la tomamos como punto de partida para el filosofar. En todo caso los que la siguen cumplen con los elementos descritos anteriormente, por ejemplo:
- La filosofía mexicana es tal por tener también por objeto a México, el mexicano y lo mexicano, pero no exclusivamente; si fuera una característica exclusiva dejaríamos fuera otros temas y problemas que aún no siendo esos, constituyen la filosofía mexicana. En este punto es necesario romper con la idea de que la filosofía mexicana se reduce a México como tema, al contrario, se abre a todos sus problemas, los cuales desbordan las temáticas del mexicano y lo mexicano.
- La filosofía mexicana es tal por tener también como objeto de estudio a su propia historia de las ideas filosóficas, pero no exclusivamente; porque aunque la filosofía mexicana requiera de historiar sus propias tradiciones para fortalecerse, a partir de sus productos podemos pensar el presente y así, no se reduce a pura historia de las ideas. Aún más, a partir de esa su historia:
- La filosofía mexicana es tal por seguir preponderantemente estilos de filosofar ‘vernáculos’, ‘autóctonos’, vale decir, propios, pero no exclusivamente gracias al reconocimiento de nuestra historia filosófica podemos recuperar las propias tradiciones y continuarlas, prolongarlas. No se crea por los adjetivos calificativos utilizados que haya de caerse nuevamente en el extremo telurista o tropicalista de nuestra filosofía, que los ha habido. No, nuestra filosofía mexicana tiene una larga data y, aunque lo que a continuación digo no se ha desarrollado, existen entre nosotros estilos de filosofar con características formales diferentes a los estilos occidentales. Por poner sólo algunos ejemplos en donde se pueden apreciar estilos propios en el filosofar: Sor Juana Inés de la Cruz, Benito Díaz de Gamarra, Luis Villoro y Leopoldo Zea.
Así, la filosofía mexicana es tal por la conciencia de filosofar y producirla de manera situada, contextualizada, por el carácter que adquiere la intelección de sus problemas y soluciones, por proponerse conscientemente no imitar sino crear y por utilizar sus propias tradiciones filosóficas primordialmente.
¿Qué es lo propio o lo nuestro en la filosofía mexicana?
Sin buscar esencias o peculiaridades a la manera de la primera mitad del siglo XX, no se espere eso aquí, lo propio no está exclusivamente en el objeto, ya vimos que no nos reducimos a las temáticas consagradas de México (a la manera de un nacionalismo), el mexicano o lo mexicano. En ese sentido Guillermo Bonfil Batalla, señala en su texto Pensar nuestra cultura[5], que lo propio se encuentra en que:
Se reconoce un pasado y un origen común, se habla una misma lengua, se comparten una cosmovisión y un sistema de valores profundos, se tiene conciencia de un territorio propio, se participa de un mismo sistema de signos y símbolos. Sólo con ello es posible aspirar a un futuro común, y en esto descansa la razón para reconocer un ‘nosotros’ y distinguirlo de ‘otros’.
Si bien los sujetos nos reconocemos a través de los anteriores elementos, filosóficamente hablando podemos decir más. Está también el sujeto, la actividad, el producto y el contexto del quehacer filosófico. Vale decir que desenfocamos la forma tradicional y parcial de tratar este punto y lo reenfocamos en la totalidad de la filosofía que la hace mexicana. Es decir, en el filósofo (a), el filosofar, la filosofía (como resultado de la acción de filosofar) y el contexto de esa acción, todo, por supuesto mexicano primordialmente, aunque no exclusivamente.
De esta forma lo propio y nuestro en la filosofía mexicana sería:
- En el filósofo: que es consciente de no imitar, de partir de su realidad, situación o circunstancia, de inteligir los problemas que surgen de ella y de su propio quehacer, sin mentalidad de colonizado.
- En el filosofar: la actitud por tratar de seguir primordialmente las propias tradiciones –sin desconectarse de la filosofía general y de la pretensión de verdadera universalidad–, de conocer y apoyarse en los propios resultados que se ofrecen en nuestro pasado, por ejercer la razón por cuenta propia, por identificar los propios estilos, por partir aquí, de la más radical de todos los planteamientos filosóficos: ¿lo que hago es filosofía? Pregunta ésta que no se ha planteado la filosofía occidental.
- En la filosofía: por construir problemas y temas como no se han planteado en otras filosofías; ejemplo de esto serían la filosofía náhuatl, la alteridad y racionalidad del indígena, la crítica a la legitimidad de la conquista, el humanismo, el barroco, la utopía, el mestizaje, la filosofía de todo lo mexicano, etcétera y que forman parte de la filosofía mexicana.
- El contexto: por relacionar la situación concreta, con el filosofar y su producto, por no separar las ideas de la actividad filosófica que las produce, por ser particular –insisto– pero aspirar a la verdadera universalidad.
Todas estas características son lo propio, el aporte nuestro a la filosofía, lo cual la hace mexicana.
La nueva filosofía mexicana que tenemos hoy día, entre los pocos que nos dedicamos a ella, y entre otras corrientes filosóficas existentes; recupera las ideas, motivaciones, actitudes, principios, filosofemas, argumentos y tradiciones filosóficas que nos han legado los grandes maestros, para continuar y prolongar las vertientes ya indicadas y recrear y/o crear otras.
Hoy, son características actuales de la filosofía mexicana su apertura a otras formas de filosofar, a otros temas y problemáticas, a otras corrientes y, complementariamente el desarrollo de la misma, o al menos de su actitud y principios, desde otras posiciones filosóficas; y también con el esfuerzo hermenéutico por recuperar todo el pasado filosófico en México y no sólo el que habla de México o lo mexicano. Esfuerzos de los que han dado productos que fortalecen y enriquecen la filosofía mexicana, entre otros: Leopoldo Zea, Rafael Moreno, Abelardo Villegas, Bernabé Navarro, Luis Villoro, Carmen Rovira, Laura Benítez, Mario Magallón, Mauricio Beuchot, Gabriel Vargas Lozano, Guillermo Hurtado, Gustavo Escobar, Xóchitl López, Luis Patiño entre los más constantes y para hablar solamente de los que asumen la filosofía mexicana como tal en el ámbito de la UNAM.[6]
Características que nos acercan más en este proyecto general de la filosofía mexicana que constituimos todos; propuesta que deriva de otra concepción de lo filosófico, y sobre todo entre quienes recuperamos la filosofía mexicana como un proyecto a continuar, como una tarea necesaria, dejando a un lado esquematizaciones simplistas y atreviéndonos a incorporar la diferencia y complejidad de la Filosofía mexicana toda; sin abandonar por ello la naturaleza del proyecto, las características principales que la perfilan y la función que esta deseamos desempeñe en México. Pero no se crea que ahora metemos a todos nada más porque sí, qué tal y alguien no lo desea. No se piense que entonces todos debamos volvernos filósofos mexicanistas, la filosofía mexicana no es solamente un tema o una corriente, es también un ethos, una actitud que puede ser desarrollada en lo ético, lógico, estético, ontológico, metafísico, epistemológico o en la teoría del conocimiento; baste por principio actualizarse en la autoconciencia de la propia realidad, de recuperar por propia voluntad los elementos formativos de nuestro ser y cultura en general y filosóficos.
La Filosofía mexicana es tal, por la conciencia de filosofar y producirla de manera situada, contextualizada, por el carácter que adquieren la intensión misma y los problemas en esta circunstancia; por proponerse conscientemente no copiar otras filosofías sino crear la propia y por utilizar sus tradiciones filosóficas primordialmente.
Recordemos que ser conscientes de éstos antecedentes y desarrollarlos filosóficamente desde las propias posiciones no importando si se es marxista, analítico, neotomista, latinoamericanista, hermeneuta, etc., siempre dará como resultado filosofía mexicana; hacerlo de manera inconsciente, desconociendo lo propio e imitando o reproduciendo lo ajeno, sin siquiera asimilarlo críticamente y adaptarlo de menos, dará siempre filosofía en México.
Hoy todos sabemos que la filosofía es filosofía sin más, como gustaba decir Leopoldo Zea, pero mientras continúen la exclusión y la desigualdad, la dependencia y la injusticia de los fuertes sobre los débiles, mientras el sistema capitalista globalizado racionalice la prescindibilidad del ser humano, el deterioro ecológico, la dependencia científico-tecnológica, y paralelo a estos problemas exista el coloniaje cultural e ideológico, que pone a algunas filosofías, hombres y culturas como únicas verdaderas excluyendo a otras; a nuestra filosofía, comprometida con nuestra realidad y problemas, le seguiremos llamando mexicana.
* Texto publicado en Victórico Muñoz Rosales (Coord.), Filosofía Mexicana (Retos y Perspectivas).México, Editorial Torres Asociados, 2009.
[1] Beuchot, Mauricio. Historia de la filosofía en el México Colonial, Barcelona, Herder, 1997.p.23.
[2] Gaos, José, En torno a la filosofía mexicana, México, Alianza Editorial Mexicana, 1980, p. 85 y ss. “Se trata –dice nuestro autor- de definir o describir la esencia del mexicano. Para ello es menester estar viendo esta esencia. No puede vérsela más que en los mexicanos mismos, por lo menos en uno. Para verla en éstos es menester saber que éstos son mexicanos, a diferencia de los demás seres humanos, por no decir que de los demás seres en general. Y saber tal, implica qué es un mexicano – o estar viendo la esencia del mexicano. Un círculo vicioso.”
[3] Beuchot. Historia… Op. cit., p.24.
[4] Ibid., p. 26.
[5] Bonfil Batalla, Guillermo. Pensar nuestra cultura, México, Alianza Editorial, 1991, p.11.
[6] Considérese todos los filósofos y filósofas que nos falta incluir, conocer y reconocer del ámbito de las universidades privadas, y del interior del país.
PUEDES DESCARGAR EL TEXTO EN PDF:
Estimado José Manuel Martínez,
Agradecemos que te hayas puesto en contacto con nosotros vía correo electrónico. Recibe saludos cordiales!
CEFIME
El Martes, 28 de junio, 2016 9:41:28, José Manuel MartÃnez escribió:
Estimados amigos, buenos dÃas. Me permito remitirles en archivo adjunto, una reflexión crÃtica sobre el tema de la «evaluación docente» tan en boga en nuestro paÃs. Espero pueda ser compartido a través de ustedes, como lo fue otro pequeño de documento mÃo que compartà en 2013. Agradezco su amable atención. José Manuel MartÃnez
Estimados amigos, buenos dÃas. Me permito remitirles en archivo adjunto, una reflexión crÃtica sobre el tema de la «evaluación docente» tan en boga en nuestro paÃs. Espero pueda ser compartido a través de ustedes, como lo fue otro pequeño de documento mÃo que compartà en 2013. Agradezco su amable atención. José Manuel MartÃnez