Por ejemplo, un puñado de sal

Por: Juan Villoro Cuando agon­i­z­aba el siglo xx, mi padre con­vocó a sus hijos a una comida de fin de año en un restau­rante de la colo­nia Con­desa. Mis her­manos viven fuera de la ciu­dad de Méx­ico, de modo que la reunión se revestía de un aire de sin­gu­lar­i­dad. En algún momento de la sobremesa, la…