La historia de la filosofía mexicana hoy, más que nunca, debe ser revisada. Revisar qué es lo que hacemos dará un buen indicador de lo que falta por hacer y de los medios para lograrlo. Una de las vías que exploraré aquí es su historia, cómo se ha escrito y lo que resta por hacer.
La filosofía mexicana, hasta antes de Samuel Ramos y el libro titulado Historia de la Filosofía en México es un primer intento de revisión acerca de lo que se consideraba filosofía en México hasta el momento, qué autores y qué temáticas eran abordadas por nuestros filósofos. Como intentó dejó ver la necesidad de ampliar los estudios en torno a la propia filosofía.
De lo hecho por Ramos a la escuela que José Gaos logró consolidar a partir de mitad del siglo XX hay una distancia considerable. A partir de ese momento lo que se buscó fue darle forma a lo que Ramos había iniciado, ¿cómo?, mediante el estudio de cada uno de los autores, tanto los señalados por Ramos y los que fueron “descubiertos” en el proceso. Las investigaciones de este grupo concentraron su interés en el siglo XVIII, dejando como una tarea el estudio de los otros siglos.
A este periodo debemos los estudios de Juan Hernández Luna, Carmen Rovira, Vera Yamuni, Rafael Moreno, entre otros, que dejan ver la riqueza del siglo XVIII mexicano. Incluso cuando estos estudiosos abordaron otros siglos y autores no dejan de utilizar el método aprendido de su maestro. En estos esfuerzos se consolida un modo de escribir la historia de la filosofía mexicana, mediante la historia de las ideas y el perspectivismo orteguiano hay otro modo de entender a nuestros autores.
Para esta generación queda como tarea completar la historia de la filosofía mexicana, tanto la de siglos anteriores (XVI y XVII) como la de los posteriores (XIX y XX). De entre los esfuerzos hechos sobresale el de Carmen Rovira, quien junto a grandes equipos de trabajo ha señalado la diversidad del siglo XIX mexicano y comenzado los estudios sobre el siglo XVI.
Así, poco a poco surge una corriente fuerte y sólida de investigación de la filosofía mexicana, donde se resalta la importancia de las influencias que de otras latitudes reciben nuestros filósofos y cómo adoptan esas ideas a la circunstancia mexicana. Por ello las principales líneas de investigación se desarrollan en torno a la filosofía política y la pedagogía.
Con respecto a los estudios sobre el siglo XX encontramos ya mayor diversidad, por un lado la escuela de Gaos personificada en sus alumnos, tenemos los trabajos de Hernández Luna sobre Samuel Ramos y de Rosa Krauze sobre Antonio Caso. Por otra parte, comienza una fase de desarrollo propio de filosofía con la generación de medio siglo encarnada por el Hiperión. Su búsqueda de lo mexicano es muestra de ello, apoyados en filosofías como el existencialismo y la fenomenología abren la puerta a un nuevo tipo de escribir la filosofía mexicana, donde ahora ocupa un lugar principal el desarrollo propio sin ignorar la historia de la filosofía propia.
Paralelo a este intento Leopoldo Zea desarrolla su línea filosófica. No sólo representa una filosofía madura, sino que se vale del método aprendido de Gaos para desarrollar pensamiento sobre su actualidad. Es así que de la defensa de la legitimidad de la filosofía americana pasa a la historia del pensamiento mexicano, luego al hispanoamericano, a la del tercer mundo.
Con el declive del Hiperión llega un momento clave para la filosofía en México, durante las décadas siguientes su estudio es relegado como algo de poca valía. Sin embargo, los trabajos continúan, manteniendo un perfil más discreto que en décadas anteriores; se atiende a la investigación y a la docencia de la filosofía en México formando nuevas generaciones interesadas en el área.
Al mismo tiempo los estudios de Miguel León Portilla abren un nuevo espacio a investigar: la filosofía prehispánica. En el debate que se abre sobre su existencia León Portilla señala la peculiar manera del filosofar prehispánico, integradora del mundo político, social y religioso, donde es posible hallar pensamiento ontológico, existencial, humanismo, y otros temas más.
A finales del siglo XX tenemos ya un abanico de perspectivas para trabajar filosofía en México, la historia de las ideas a cargo de Carmen Rovira coexiste junto a la líneas de investigación de Ambrosio Velasco, quien se sirve de la historia conceptual; la mirada marxista de Gabriel Vargas Lozano; el rigor lógico y metodológico de Guillermo Hurtado, el enfoque histórico de las ideas científicas desarrollado por Alberto Saladino, por mencionar algunos. Importante es mencionar que también se ha dado el paso de lo que se llamaba filosofía en México a la filosofía mexicana, baste revisar los trabajos de Victórico Muñoz al respecto. Desde una perspectiva latinoamericana tenemos los trabajos de Mario Magallón y Horacio Cerutti.
Vale destacar que al tiempo que se desarrollan investigaciones sobre la propia historia filosófica, se ha dado gran impulso al desarrollo de la filosofía propia y a la labor docente de formar nuevas generaciones de jóvenes interesados en filosofía mexicana.
Estas breves notas dimensionan el trabajo que se ha hecho en torno a la filosofía mexicana, mostrando varios aspectos: primero, que queda la labor infinita de historiar a nuestros filósofos; segundo, que hay una línea de docencia y de investigación que no debe ser descuidada y tercero, que los aportes propios deben posicionarse de manera significativa.
En el momento que la filosofía mexicana consolide los tres podremos decir que habrá afianzado su lugar dentro del panorama filosófico nacional, habrá logrado conformar un área fuerte de trabajo filosófico sobre lo propio, atendiendo al pasado, a las nuevas generaciones y mostrando su proyección social.