El Bicentenario y el Centenario de la Revolución en relación con los indígenas, según Miguel León-Portilla.
Texto publicado en la revista 20/10 Memoria de las revoluciones en México
En el dialogo que Patrick Johansson sostuvo con Miguel León-Portilla y que aquí se incluye íntegro, se evocó desde la formación académica este último hasta su desempeño como investigador y profesor en la UNAM y otros lugares, así como lo que han sido algunas de sus principales obras, las resonancias que han alcanzado en México y fuera de él, hasta incluir temas como los del Bicentenario y el Centenario de la Revolución en relación con los indígenas y preguntarse: ¿Y los indios qué?
En el marco de los festejos, celebraciones y conmemoración del centenario de la Revolución mexicana y el bicentenario de la Independencia de México, charlamos con este mexicano notable, Miguel León-Portilla, doctor en filosofía e investigador emérito del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, con quien nos encontramos ahora. Y nótese que cuando hablamos de León-Portilla, evidentemente sabemos que vamos a hablar de los indígenas, los de ayer, tanto prehispánicos como del tiempo de la Colonia e indígenas del periodo independiente y del periodo contemporáneo, ¿no?
Patrick Johansson: Miguel, estoy seguro de que coincidimos en esto: pienso que estas conmemoraciones también conciernen a los indígenas. Si la conmemoración se enfoca sobre todos los acontecimientos de 1810 a 1821 y lo de la Revolución del periodo correspondiente, creo estamos atendiendo a lo que llamaré el alma de México. No en términos geopolíticos, sino como raíz la más profunda, México ya existía desde mucho tiempo atrás, con los indígenas. ¿Qué me puedes decir de ello Miguel?
Miguel León-Portilla: Creo que en esta doble conmemoración, los indígenas deben estar presentes; he estado trabajando y ya casi termino, ahora ya puedo decir que es un libro, porque comencé con un artículo y terminé con un libro. Se va a titular La Independencia y la Revolución y ¿los indios qué? Los pueblos indígenas, a partir del levantamiento de Hidalgo en 1810, participaron masivamente en las batallas desde el inicio de la Independencia y otro tanto ocurrió también en la Revolución. Sin la presencia indígena no se hubiera dado esa lucha. En lo que concierne a la Revolución, por ejemplo, tenemos imágenes del Archivo Casasola y en otros que fotografiaron, incluso con cine como la película del señor Toscano, y ahí se ve la presencia indígena. Y lo mismo aparece, claro, en los relatos porque no había cine ni video ni otra cosa en lo que atañe a la Independencia.
Lucas Alamán en su Historia de México da amplio testimonio de la guerra de Independencia y refiere que el ejército de Hidalgo estaba compuesto en gran parte por indígenas, si bien luego se sumó, por ejemplo, el Batallón de la Reina, que comandaba Allende, inicialmente llevó una multitud de indígenas, Alamán dice que más parecía un pueblo trashumante, en cuanto a que iban con armas muy deficientes, con sus mujeres y niños. Eran las precursoras de las ‘adelitas’, como se les llamó un siglo más tarde. Ahora, yo me pregunto en ese trabajo ¿y por qué participaron?
Hidalgo, en el famoso ‘grito’, en las palabras que, según Aldama que fue testigo, dirigió al pueblo en la madrugada del 16 de septiembre de 1810, habló de dos temas que interesaban particularmente a los indígenas, los tributos, y la tierra. Expresó, esto va a cambiar totalmente. Los tributos pesaban mucho sobre los pueblos indígenas, tributos, alcabalas, diezmos y un montón de cosas. Más adelante cuando Hidalgo estuvo en Guadalajara en diciembre de ese mismo año, también expidió un bando disponiendo que las tierras de indígenas que estuvieron alquiladas o enajenadas debían ser devueltas a ellos que son los verdaderos propietarios y los únicos con derecho a tenerlas para su sustento. Dos motivos en la participación indígena: tierra y tributos.
Los pueblos indígenas llegaron a creer también que con ese movimiento probablemente los españoles saldrían expulsados. Hay testimonios, desde finales del siglo XVIII o de antes, en que hablan de enfrentamientos de indígenas con hacendados criollos o españoles, choques violentos, algunos muy violentos. ¿Qué pasaba? El hacendado rico trataba de adquirir tierras cercanas que eran de indígenas. Como tenía dinero, a veces les prestaba a los indios y después, como no podían pagárselo, pues se quedaba con sus tierras, y así iban creciendo, creciendo, sus posesiones.
El tema de la tierra en la historia de México desde la época prehispánica es complicadísimo. No conozco ningún libro que nos dé, puede ser que lo haya, que nos ofrezca la historia de esto desde, por lo menos, la época de Itzcóatl, cuando hay una repartición de tierras, cuando vencen los mexicas a los de Atzcapotzalco hasta el presente.
PJ: ¿Es asunto muy importante. Concierne al proceso formativo de la nación mexicana.
MLP: Bueno, esto ayuda a entender por qué, en el inicio de la Independencia los pueblos indígenas reaccionan y entonces eso los mueve. En mi trabajo me propuse averiguar cuál fue su participación, y fue una participación decidida. Tenemos muchos testimonios para ver lo que estaban haciendo, desde que Hidalgo salió de Dolores pasó por Celaya y luego llegó a Guanajuato. El propósito era tomar la ciudad de Guanajuato, sería un gran triunfo, la capital de la provincia y ¿y está bien, ahí a dónde se dirigieron? Pues a donde se habían refugiado los españoles, el intendente Riaño, que era un hombre relativamente liberal, era amigo de Hidalgo. Este le había solicitado que se rindiera a discreción y el otro lo que hizo fue hacerse fuerte con todos los españoles y criollos y otras gentes en la Alhóndiga de Granaditas. Hidalgo le conmina y le dice ríndase usted, y el otro le contesta, no me rindo excepto que sea con tales y cuales condiciones. Riaño pide refuerzos al virrey para que lo auxilie y ¿qué pasa?
Varios de los cronistas que tenemos: Bustamante, Alamán, La Gaceta de México, testimonios que se conservan en el Archivo General de la Nación en ramos como los de Infidencias, y ‘fíjate’, de Criminal, ahí fueron a dar los testimonios del levantamiento y ahí se habla de indígenas que llevaba Hidalgo. Los indios empezaron a lanzar hiedras sobre la Alhóndiga; algunos comenzaron con escopetas viejas a disparar. Los que estaban dentro tenían unos frascos que llenaron de pólvora, los encendían y los arrojaban como bombas molotov o algo así contra los indígenas. Murieron muchos, hasta que entonces dicen, vamos a entrar.
Ahí está la historia del Pípila, que algunos dicen que es una ficción, otros que sí fue verdad. Haya sido lo que haya sido, el caso es que muchos grupos indígenas empezaron a avanzar para romper la puerta de entrada. Los españoles se parapetan en dobles filas con armas muchísimo mejores que las que llevaban los indígenas. Al fin, estos rompen las puertas. Los españoles lanzan una descarga cerrada, quedan muertos cincuenta o sesenta indios, viene otra multitud y matan a otros y así, mueren innumerables indígenas. Finalmente rompen la puerta y entran. Fue terrible, prácticamente murieron todos los que estaban dentro.
Esos indígenas nunca habían combatido antes. En la época colonial hubo rebeliones pero no en esa región. Entonces, se preparó ya el ataque a la ciudad de México. Fue la batalla del Monte de las Cruces. Alamán, que no era nada partidario de Hidalgo, dice que muchos indígenas llevaban talegas para el botín, que eso también los incitaba. Alamán, repito, no era amigo de Hidalgo, lo conocía pero le parecía que estaba obrando muy mal. Según él, Hidalgo decía a los indios que ellos eran los verdaderos dueños de las tierras de México y ya había llegado el momento de liberarse del yugo que les dejó Cortés. Tenemos, en resumen, que participaron motivados por esas tres razones: obtener tierras, alcanzar la supresión de muchos tributos y cambiar la situación; es decir, que sus dominadores fueran expulsados.
Todo esto coincide con una situación muy compleja en España, Ella ha sido invadida por las tropas napoleónicas. Los dos reyes, porque eran dos, Carlos IV y su hijo Fernando VII, estaban presos en Bayona. Carlos IV abdica en su hijo Fernando VII y éste se ve también obligado a abdicar. España está en peligro muy serio. Napoleón nombra a José, su hermano, rey de España.
PJ: Pepe Botella le llamó el pueblo porque decían que le gustaba mucho el vino. Ahora volvamos un poco a la imagen que se tenía de los indígenas pero ya con los insurgentes. Hay una carta de Hidalgo al intendente de Guanajuato, me parece sumamente interesante. Se la envía el 21 de septiembre de 1810, le dice que los mexicanos han sufrido la sujeción y casi la esclavitud de los peninsulares durante 300 años. Bueno, si hacemos cuentas 1810 menos 300, estamos en 1510. A mí me parece que, a lo mejor sí, Hidalgo estaba hablando en términos muy generales, pero lo que considero relevante es que el movimiento insurgente parece arraigarse en el pasado precolombino. Si ves lo de la bandera, no la primera bandera, la de febrero, que fue manufacturada en Iguala, sino la de noviembre, en 1821, pues esta bandera ya empieza a tener el águila sobre el nopal, es decir, que también el movimiento, incluso con Iturbide, empieza a tener, digamos, un arraigo prehispánico indígena. Entonces es muy interesante, se me hace que si vemos hoy a los indígenas, son la otredad, digamos que la nación se construye en torno al mundo indígena, pero los indígenas meramente como imágenes sin considerar su realidad contemporánea.
MLP: Aludí a lo de Francia y a España en esos años, cuando en 1812 se reúnen las cortes extraordinarias en Cádiz para tratar acerca de lo que ocurre y en ellas se elabora la Constitución de Cádiz con la presencia de diputados americanos. Al decir americanos la referencia es al del continente americano de habla española. La delegación con más miembros fue la de mexicanos. Allí estuvieron Ramos Arizpe, Guridi y Alcocer, entre otros, gente muy preparada. En ese contexto surge un nuevo concepto de ciudadanía; todos somos iguales, ya nadie es indio ni negro ni nada de esas cosas. Eso parece precioso desde el punto de vista liberal, nada más que en la práctica fue fatal ¿por qué? porque llevó a la destrucción de las repúblicas de indios.
A lo largo de la época colonial había la república de españoles y la república de indios, los altépetl, que tenían su gobernador propio, sus juzgados propios, su tenencia comunal de la tierra, sus autoridades y personalidad jurídica como indios. Alguien dirá pero ¿para qué querían tener todo eso? pues para que se reconocieran sus diferencias, su ser mismo. Hay personas que dicen que no debe haber diferencias, sólo que sí hay diferencias sustanciales. Ignorarlas es agredir a los que las poseen, no reconocerlos como realmente son.
Los indígenas a partir de ese momento quedan desprotegidos. Les fue todavía peor porque iba a agudizarse el problema de sus tierras. Ello va a culminar con las Leyes de Reforma y la Constitución de 1857. Al suprimir la propiedad comunal de la iglesia, también se cargan a la propiedad comunal de los pueblos indígenas y esto les quitó por así decir el tapete. ¿Por qué les quitó el tapete? porque era la base de su sustento como comunidades. Todo esto se agravó después con Porfirio Díaz, cuando crecen los latifundios.
La Constitución de 1917, gracias sobre todo a la influencia zapatista, porque éstos no pudieron participar directamente en su elaboración. Las fuerzas de Carranza se lo impidieron totalmente a los villistas y a los zapatistas, pero su influencia sí se dejó sentir y se ve reflejada en el artículo 27 que trata precisamente de la tenencia de la tierra, y se abriera un resquicio a la propiedad comunal. Fue un resquicio, pero entonces los pueblos indígenas empezaron a recuperar cierto grado de pertenencia de tierra.
Ahora doy un salto hasta la Revolución, dejo lo de la Independencia y diré que, si a raíz de la Independencia los indios no pintaron nada, a raíz de la Revolución sí pintaron, pero como tú acabas de decir, en el imaginario, es decir se pensó en ‘el indio muerto’; se excavaron zonas arqueológicas, se construyeron museos, se escribieron novelas sobre los indios; hubo composiciones musicales como el huapango, Diego Rivera, por ejemplo, pintó a los indios en sus murales; Siqueiros también, y entonces los pueblos indígenas fueron exaltados pero ¿y los indios vivos? Ahí viene otra vez la pregunta ¿qué les pasa a los indios? Pues siguen totalmente ignorados, abandonados y la actitud oficial en México ha sido que deben ser absorbidos en la cultura de las mayorías. Uno de los constituyentes de 57, Ignacio Vallarta, el famoso Vallarta, por quien se llama Puerto Vallarta, era un constitucionalista, un jurista, expresó ‘se nos ha reprochado que no tomáramos en cuenta a los indios; claro que los tomamos, sí, queríamos que fueran como nosotros, por eso les quitamos la propiedad comunal que es un atraso’.
PJ: Borrar sus rasgos particulares.
MLP: Exacto, siempre ha sido esto, para que mejoren tienen que ser como nosotros. Pero ¿por qué tienen que ser como nosotros? ¿Por qué mejor nosotros no nos hacemos como ellos? Ah, porque nosotros somos la modernidad y ellos son el atraso. ¿Acaso la propiedad en forma de acciones de las compañías, incluso las transnacionales, ¿no son propiedad comunal? yo creo que sí, ¿no? Además, por ejemplo, que los indígenas busquen siempre el consenso por unanimidad ¿eh? ¿Acaso en los organismos internacionales hoy no se busca el consenso por unanimidad para evitar la ruptura? ¿Son estas ideas arcaicas?
Independencia, los indios quedan más marginados que antes. ¿Por qué? Porque pierden su personalidad jurídica por obra en última instancia de la Constitución de Cádiz que, aunque no se implantó, influyó muchísimo. Y luego a lo largo del siglo XIX todavía fue peor, porque las Leyes de Reforma les quitaron a los indios el sustento que tenían con las tierras comunales; viene la Revolución, parecería que se iba a hacer justicia a los indios, pero sólo se los exaltó, me refiero a los del pasado. Mis maestros Garibay y Gamio, los dos, me dijeron no te fijes nada más en los indios muertos, fíjate también en los indios vivos. Por esto me pregunto ¿y los indios qué?
PJ: Es cierto que esas disposiciones legales fueron en detrimento de la cultura de los indígenas. Ellos han vivido en armonía con el contexto natural ecológicamente hablando y en términos también de sabiduría. Son pueblos que quieren conservar la armonía con el mundo, su diálogo con la naturaleza llevaría a evitar las catástrofes, como las debidas a derrames de petróleo, el calentamiento global. Debemos tomar en cuenta al pensamiento indígena. En él puede haber un camino para el futuro.
MLP: Así es, claro que habrá mucha gente que nos oiga y nos diga usted es un hombre que cree en utopías, que cree en sueños. Les preguntaré ¿los indígenas no tienen derecho, como mexicanos que son, por un lado a participar en la vida del país y a hacerse oír, pero manteniendo su cultura y sus lenguas? Creo que actualmente hay ciertos signos de esperanza, no precisamente por obra de los gobiernos, lo mismo da de un partido que de otro, yo estoy convencido de que en esto no hay diferencias, no han mostrado interés por los indios. Si lo hubieran tenido, incluso los que los recibieron en la Cámara de diputados para que expusieran sus problemas. De nada sirvió, ¿acaso los acuerdos de San Andrés Larráinzar han sido ratificados? No lo han sido, a pesar de que lo que pedían no es nada extraño ni absurdo, gobernarse en sus asuntos internos, tener representación en las cámaras, tener la posibilidad de explotar sus tierras en y territorios en favor propio.
El ejemplo de Chiapas es muy dramático. Es un estado bastante grande con cerca de 80 mil kilómetros cuadrados y con 200 y pico kilómetros de costas. Tiene ríos como el Usumacinta y el Grijalva. En el subsuelo tiene yacimientos de petróleo y de uranio, genera la mayor cantidad de energía eléctrica. Tiene todo eso y ¿los indios cómo están? ¡Fatal!
La esperanza que yo veo no viene desde fuera, viene de ellos mismos y lo están mostrando, ya empieza a haber líderes indígenas que concurren a las universidades. En el Seminario de Cultura Náhuatl hay personas muy distinguidas de estirpe indígena que son maestros, escritores. En México hay médicos, antropólogos, lingüistas, etnólogos, abogados, ingenieros indígenas. Ellos no quieren ser absorbidos. Debemos borrar la idea que identifica al indio como gente miserable. En el Istmo de Tehuantepec hay muchos zapotecos y no son miserables; hay ahí gente muy preparada, Víctor de la Cruz, por ejemplo. Ha habido grandes poetas, grandes escritores, y en la Delegación de Milpa Alta, en el Distrito Federal, hay grupos de habla náhuatl, hay muchos que viven como personas de clase media pero que quieren mantener su identidad náhuatl. ¿Cómo podrán mantenerla si el estado no les da los medios, si no hay realmente una educación bilingüe?
PJ: Eso ahí lo vemos, por ejemplo, con el premio Nezahualcóyotl. Fui parte del jurado en 2008 y realmente de todos los textos que tuvimos que revisar, la mayoría de ellos son de gran calidad literaria. Estamos constatando que hay una especie de renacimiento, digamos, de la espiritualidad indígena en el rubro cultural. Ello no permea lo político, lo social. Miguel tú eres portavoz de los indígenas de hoy, baluarte en lo que concierne a sus derechos, eres también un investigador que ha publicado, investigado, sobre el mundo precolombino de los indígenas, el mundo colonial también.
¿Cómo ha sido tu preparación profesional? Quisiera abordar este tema pero antes de esto quiero ver un poco de tu personalidad. Después de tú bachillerato te fuiste a Los Ángeles, estudiaste el master en filosofía, con la tesis sobre Bergson. Y luego tú como historiador y antropólogo, tu formación en la UNAM. Lo estás mostrando en este momento. ¿Cómo se fue integrando tu visión de los indígenas? ¿Se formalizó a través de esos primeros años de estudio? ¿Qué es lo que te aportó la filosofía en lo que hiciste después?
MLP: Cuando estaba estudiando tuve acceso por una cierta casualidad a traducciones que había hecho el padre Garibay, sobre todo en ese momento a dos libros pequeños que se publicaron en la Biblioteca del Estudiante Universitario, su Épica Náhuatl2 y su Poesía indígena de la Altiplanicie.3
PJ: Muy bien, un poco después, cuando hiciste el doctorado en la Universidad Nacional Autónoma de México, se publicó La filosofía náhuatl,4 como tu tesis doctoral y luego este libro que creemos que fue una piedra angular, digamos en los estudios de los indígenas. Fue para mí un poco lo que la obra de Schopenhauer para Nietzche que encontró ese libro, lo leyó y no podía ni siquiera hablar ya que estaba sumamente conmovido. Esta vocación fue la mía al leer tu libro la Filosofía náhuatl. También me interesó mucho tu Visión de los vencidos.5 De tu estudio de los indígenas precolombinos, pasaste también hacia el otro indígena, el indígena actual. Para mí eso me llevó a estudiar la lengua náhuatl que me enseñaste, y que hablas de maravilla.
MLP: Coincido en que es un elemento muy importante: dar el paso hacia el otro indígena, el vivo.
PJ: Muchos de los investigadores describen la historia de los pueblos precolombinos pero reducen esta otredad al marco de su saber occidental, evidentemente. Tú fuiste uno de los primeros, quizá un poco, el padre Garibay, tu maestro, lo hizo de cierta manera pero se mantuvo un poco con este egocentrismo porque hablaba de la literatura náhuatl con esquemas que venían de la literatura clásica. En tu caso, aprendes la lengua, estudias la lengua, deshaces, analizas todos esos racimos verbales de esa lengua polisintética y hurgas dentro del contexto indígena y de su manera de percibir el mundo de manera sistemática. Podemos decir del alma indígena, que está un poco sepultada bajo algunos siglos de indiferencia. ¿Cómo ves tu método? Recuerda un poco lo que hacías en 1956, un poco antes, cuando se publicó la Historia de la literatura náhuatl,6 ¿cuál fue el impulso que te llevó a escribir de la manera en que lo hiciste?
MLP: Acudí al padre Garibay, él me dijo, si usted no aprende náhuatl y toma esto en serio mejor ni venga a verme porque yo no pierdo el tiempo con tontos o con flojos. Así mi acercamiento a él fue teñido al principio de cierto temor, pero después ya vi que era un hombre abierto y generosísimo. Garibay me ayudó mucho, porque él conocía muy bien la literatura náhuatl, ese es el gran mérito de Garibay, Trabajó mucho en la Biblioteca Nacional donde hay cantidad de manuscritos en náhuatl y pudo identificarlos y en su obra magna, Historia de la literatura náhuatl, en dos volúmenes revela la existencia de esa literatura.
Pasaré ahora a la idea de que Mesoamérica es una civilización originaria, aquella que crea instituciones, crea ciudades, desarrolla una estratificación social, política, económica, religiosa, un arte extraordinario, escritura y que lo desarrolla por sí misma, no se lo enseñó otra civilización. En el caso de Mesoamérica ocurrió esto, y no ha ocurrido en muchos casos a lo largo de la historia universal. Ha ocurrido en Egipto, Mesopotamia, en el valle del Río Indo y en el del Río Amarillo en China y en cierto grado también en la zona andina. Las demás civilizaciones han estado influidas por alguna de éstas. Insisto mucho en el Seminario de Cultura Náhuatl que nuestro estudio no es una curiosidad, es una experiencia humana riquísima y, por consiguiente, tiene una significación en el contexto de la historia universal. Esto debe motivarnos mucho ¿verdad? No estoy estudiando cualquier cosa sino el pensamiento, el fruto de la creatividad de una civilización, originaria.
PJ: Esta es toda una teoría de la historia y la antropología cultural. Ahora, una última pregunta, después de haberte zambullido en esa cultura indígena, náhuatl, bueno mesoamericana en general, de haber traducido todos esos textos que atañen muchos de ellos a la muerte y el deber, específicamente en términos de Heidegger, me parece que los nahuas se presentan como un pueblo para la muerte ¿no? La muerte para ellos es una especie de vientre materno que recicla a los seres. Es esta visión de la muerte que es muy específica del mundo mesoamericano. En términos personales cómo verías tú después de todo este contacto de tantos años con la cultura indígena? ¿cómo verías lo que nos espera a todos después de la muerte?
MLP: Cuando estudié filosofía, ya hice referencia de que me acerqué a Henri Bergson. Más tarde, cuando me adentré en la filosofía náhuatl no lo hice por erudición sino vitalmente, es decir, me interesaba vitalmente. Era yo totalmente agnóstico, es decir, no creía en nada. Bergson tiene mucho de espiritualismo. Más tarde cuando creo captar la idea de flor y canto, xóchitl cuicatl, ‘tal vez lo único verdadero en la tierra’, entonces pienso que puede haber otra manera de enfocar la vida. Ello me proporcionó un agarradero. Las posturas racionalistas no me interesan, porque estoy convencido de que no llevan a nada. Pienso que Emanuel Kant nos mostró para siempre cuáles son los límites del conocimiento; no podemos establecer lógicamente principios como el de razón suficiente.
PJ: Me parece que en este aspecto tú tienes un pensar, un pensamiento afín al pensamiento indígena. Dentro de los textos, Miguel, te acuerdas que leemos siempre no el tlein, el ¿qué? de las cosas, sino el quen, el cómo. Aun en el mito de la creación del sol y de la luna los dioses no dicen tlein yez, sino ken yez, ¿cómo será?
MLP: Muy buena consideración.
PJ: Entonces todo es ‘un cómo’.
MLP: Eres tú también un tlamatini.
PJ: Pues soy tu discípulo.
MLP: Es verdad, a los tlamatinime nahuas les interesaba el cómo y yo pienso que así es en la cultura mesoamericana. Aun la gente que aparentemente no es mesoamericana, es decir, que tiene más influencia de fuera, esa gente, si vive en México, si nació en México y aunque no hubiera nacido en México, si lleva ya aquí cinco o diez, años ya cambia toda su manera de reaccionar, de hablar…
PJ: Tú me lo puedes decir. Ya no eres el vikingo francés que vino a México. Ya soy el mexicano, soy mesoamericano.
MLP: Es verdad, nosotros participamos hasta en la visión religiosa mesoamericana. He preguntado a mucha gente, por ejemplo a un taxista, y ¿usted cree en Dios? —sí señor creo en Dios, y ¿a quién le reza? ¿usted ha visto en las iglesias que hay un viejito de barbas, —sí, creo que sí, y una palomita, también, —sí, y ¿quiénes son? Me dice, —pues el viejito debe ser San José, ¿y la paloma? —pues es la paloma de la paz. Así, ¿a quién le reza?, a Nuestra Madrecita de Guadalupe ¿no? y a Nuestro Padrecito Jesús. Son ellos Tonantzin, Totahzin, Nuestra Madre, Nuestro Padre. Así era Mesoamérica, el ser dual de la divinidad.
La cultura mesoamericana ha teñido a todo México, hasta Tijuana y Ciudad Juárez, hasta el Sureste. Todo eso ya está mesoamericanizado, claro que con muchos cambios, enriquecidos, al paso de los tiempos pues ninguna cultura es estática. Pero perdura en la alimentación, en la manera de comportarse, en la manera de hablar. Y hoy ha llegado ya a Los Ángeles y a Chicago y a Nueva York. ¿Por qué? porque allá hay parientes nuestros, hermanos, y tú llegas a la casa de uno de ellos, ¿qué vas a ver a la entrada? Tienen un cuadro con Emiliano Zapata. Sí, pero ¿Zapata, era mesoamericano? Claro que sí porque Mesoamérica ha ido asimilando, enriqueciéndose. Y también tiene una Virgen de Guadalupe, también la absorbió, y tiene una bandera mexicana con su escudo prehispánico, el águila y el nopal…
PJ: Me parece que el indígena se adapta muy rápidamente, lo vimos con los estudiantes —latinos de Sahagún, que hablaban náhuatl, español y latín, que se adaptaron rápidamente a los nuevos determinismos que prevalecían en el siglo XVI.
MLP: Es verdad. Quiero ser optimista, creo que habiendo ahora indígenas ya preparados, y fíjate en este otro dato, en Chiapas, hay ya asociaciones de grupos indígenas que están organizando el turismo rural, que tienen pequeños hoteles y reciben a la gente, le dan comida del lugar, visten como la gente de ahí. Ya están haciendo una asociación hotelera con 120 hoteles. Eso demuestra una iniciativa y a su vez sin romper con la naturaleza, ni sus tradiciones. Creo que puede haber pronto cámaras de comercio indígenas. Y otra vez alguien me dirá: Si son mexicanos, ¿para qué quiere usted considerarlos como mesoamericanos? Porque son mexicanos que tienen una tradición diferente, por eso, ellos enriquecen con sus lenguas el gran coro maravilloso de México. Cada lengua es una manera de asomarse al mundo y, cuando una lengua muere, la humanidad se empobrece.
PJ: Pues no perdamos la esperanza, tlazocamati (gracias)