El pasado 26 y 27 de septiembre, ocurrió uno de los peores episodios de nuestra historia. En el municipio de Iguala, perteneciente al estado de Guerrero, la policía atacó a la población civil. En este suceso 6 personas fueron asesinadas extra judicialmente, tres de ellos eran estudiantes de la Escuela Normal Rural «Raúl Isidro Burgos» de Ayotzinapa; varios compañeros permanecen heridos, uno en estado de coma, y hasta la fecha se encuentran 43 estudiantes desaparecidos. Repudiamos esta ofensiva contra los compañeros comprometidos con su comunidad y con la educación.
El caso de Ayotzinapa no es un hecho aislado en nuestro país, sino parte de una colección de tragedias donde el Estado y las fuerzas del orden han estado directamente involucradas: los niños de la Guardería ABC quemados por error cuando se pretendía ocultar un desfalco; el compañero Galeano, maestro zapatista, asesinado por paramilitares; el estudiante recién asesinado en Guanajuato por policías; la matanza de Tlatlaya perpetrada por el ejército; los migrantes centroamericanos masacrados que fueron entregados a sicarios por agentes de migración; José Luis Alberto Tehuatlie Tamayo pequeño de 13 años asesinado en Puebla por una bala de goma disparada por elementos policiacos y el ataque contra los mismos compañeros normalistas el 12 de diciembre del 2011, en donde Jorge Alexis Herrera Pino y Gabriel Echeverría de Jesús también fueron asesinados por policías cuando se encontraban realizando una protesta en la autopista del Sol.
Desde hace ya largo tiempo las escuelas normales rurales han sido criminalizadas y atacadas mediáticamente, de ahí que se les identifique como “nidos de comunistas o guerrilleros”. Lo anterior se debe a que el proyecto de estas escuelas se enfoca en la capacitación no sólo de meros docentes que en un futuro enseñarán en comunidades donde no llegan otros maestros ni les interesa atender las condiciones de las comunidades, sino de sujetos críticos y reflexivos con una formación política que abarca la comprensión y problematización de la realidad social nacional e internacional. Se trata de estudiantes y maestros con una conciencia política muy clara que ejercen el compromiso que tienen con su comunidad; no sólo aprenden cuestiones meramente teóricas y académicas, sino también aprenden a trabajar en el campo sembrando y cuidando los animales, que a su vez les permite generar proyectos para el sustento de su propia escuela.
El ataque, además de ser mediático, encontramos que ha consistido en la reducción de presupuesto educativo y de matrículas de nuevo ingreso; tampoco se les está garantizado el trabajo cuando concluyen su formación y, derivado de la reforma educativa -y en plena consonancia con las demás reformas estructurales-, se pretende que sus escuelas se vuelvan técnicas, lo cual llevaría al desmantelamiento del proyecto de las normales rurales. En condiciones de pobreza extrema, consecuencia de la explotación y el despojo del capitalismo mismo, los estudiantes han resistido y exigido mejoras para su escuela, han visibilizado las carencias de su estado y han formulado demandas para mejorar al país, lo que los ha llevado a encontrarse con el desprecio, la represión y la muerte.
Si hay algo que conecta el caso Ayotzinapa con los que hemos enumerado brevemente es que se trata de actos de violencia represiva por parte del Estado que no tienen justificación y que responden a una crisis política. La criminalización y el asesinato impune de estudiantes tiene una historia y un por qué, lo que hace necesario analizar la razón de tales acciones, pero no sólo, también es necesario asumir nuestra responsabilidad por permitirlas. Es indispensable discutir y actuar para visibilizar la problemática y proponer vías de transformación.
Reconocer al otro como parte de uno mismo, escuchar más allá de los prejuicios, mirar la mirada del que se encuentra enfrente y comprender el dolor y la rabia que en su corazón permanece, forman parte del llamado a la unidad, que no homogeneidad, y a la urgente necesidad de configurar espacios para que la comunidad estudiantil y la población en general podamos decidir y actuar.
Hoy 22 de octubre de 2014, el Círculo de Estudios de Filosofía Mexicana se une de esta forma a la Jornada en apoyo a los compañeros y familiares de las víctimas de Ayotzinapa, exigiendo que se presente con vida a los 43 estudiantes desaparecidos; que se halle a los responsables y que se haga Justicia.