El 30 de julio de 1811 Miguel Hidalgo, quien encabezó el comienzo de la guerra de Independencia en México, fue asesinado en Chihuahua, después de haber sido juzgado y degradado como sacerdote por las autoridades religiosas novohispanas.
Además de su conocida labor como líder del movimiento insurgente, fue un destacado intelectual, estudioso de la teología y la filosofía en el Colegio de San Nicolás Obispo en Valladolid, Michoacán, donde tuvo como maestro al eminente José Pérez Calama.
Esta formación filosófica en Hidalgo lo llevó a confrontarse con las autoridades católicas de su momento, pues criticaba duramente la forma tradicional de enseñanza escolástica. En ese sentido, Miguel Hidalgo señaló la caducidad de los métodos tradicionales de enseñanza al interior de la Iglesia, pues promovían una educación acrítica, memorística y basada en dogmas, que no daba lugar a la verdadera reflexión. La obra principal de Hidalgo en esta materia fue la Disertación sobre el verdadero método de estudiar Teología escolástica, donde apuesta por seguir el estudio de la teología positiva en oposición a la teología de corte aristotélico.
A propósito de lo anterior, la investigadora Carmen Rovira Gaspar ha señalado que se trata de una primera revolución pero de tipo intelectual que encabezó con su maestro, Pérez Calama. Dicha revolución de pensamiento sería previa a la revolución política que Hidalgo plantearía posteriormente.