«Filosofía mexicana del siglo XX» de Mauricio Beuchot

Reseña
Mauricio Beuchot, Filosofía mexicana del siglo XX. Editorial Torres Asociados, 1ª edición, México, 2008. 319 pp.
Por: Luz María León Contreras

Filosofía mexicana del siglo xx. Beuchot

 

Estamos frente a un valioso libro donde el filósofo de la hermenéutica analógica, Mauricio Beuchot, hace un recorrido por el pensamiento de filósofos y corrientes que se hicieron presentes en el Siglo XX. Este trabajo facilita argumentos para sostener la importancia de la difusión de la filosofía mexicana en la sociedad.
El libro se compone de una introducción, seguido de ocho secciones y finalmente las conclusiones; se acerca tanto a la historia de las ideas como a la filosofía de la historia, donde el autor deja entrever sus reflexiones sobre la filosofía mexicana. Nos proporciona datos históricos, biografías, así como una amplia bibliografía sobre los diversos personajes que han sido parte de nuestra tradición, y que sin duda alguna eso es lo que abre la puerta a múltiples investigaciones que el lector podrá llevar a cabo. También nos posibilita la apertura a un diálogo con la filosofía misma, con las ideas de las y los que han construido nuestra filosofía.
El orden de estas grandes líneas es:
1.    Los inicios: positivismo y antipositivismo
2.    El Ateneo de la Juventud y Antonio Caso
3.    Samuel Ramos y el neokantismo
4.    Los Transterrados
5.    Eduardo García Máynez y la profesionalización de la filosofía
6.    Leopoldo Zea y el grupo “Hiperión”
7.    Filosofía cristiana y filosofía marxista
8.    La filosofía analítica
¿Qué es o en qué consiste la filosofía mexicana? El rastreo de los paradigmas de nuestra historia filosófica es fundamental para visualizar una historia de la filosofía mexicana y en México. El sacerdote dominico señala que una filosofía de la historia creada para pensar en el presente mismo, nos permite saber cuáles son los posibles caminos que podría seguir la filosofía mexicana:
“esto a muchos causa risa, y lo ven como adivinación o profecía. Ya solamente se hace filosofía de la historia con respecto al pasado; nadie se atreve a inducir o abducir lo que del pasado nos sirve para comprender nuestro presente y para avizorar nuestro futuro. Pero lo acepto si se entiende por profecía el deseo de hablar en nombre del ser, en nombre de la historia, en nombre del ser humano, el cual es en definitiva lo que interesa.”[1]
En esta reseña, me permitiré comentar sólo algunas de las secciones, invitando al lector a que por cuenta propia haga suyas las ideas plasmadas en el libro. En la primera parte, titulada Los inicios: positivismo y antipositivismo, habría que resaltar que no sólo da cuenta de cuál era el objeto de estudio del positivismo,  que aunque sirvió para salir del atraso educativo, incorporándose en la Escuela Nacional Preparatoria gracias a Gabino Barreda, finalmente fungió como una justificación del régimen de Porfirio Díaz.
       Se habla de reacciones antipositivistas, las cuales en primer momento fueron encabezadas desde la filosofía escolástica por clérigos, entre los que destacan Jesús María Portugal y Serratos, Emeterio Valverde y Téllez. Más adelante la crítica se intensificó con el filósofo Ezequiel A. Chávez y Justo Sierra. Visibilizaron los límites del positivismo y reivindicaron materias filosóficas como la ética y la metafísica, para abrir paso a una filosofía menos cientificista, además de posicionarse en contra del positivismo por haber sido la ideología en el poder.
Asimismo, en la segunda sección relata la importancia que tuvieron las aportaciones del grupo de intelectuales nombrado Ateneo de la Juventud, integrado por los filósofos Antonio Caso y José Vasconcelos; por literatos, músicos, pintores, arquitectos y abogados.
Posteriormente, en la tercera sección, «José Vasconcelos, el casismo y el orteguismo», Beuchot hace una labor exhaustiva sobre lo que fue la vida y obra del ateneísta; nos habla sobre las críticas que recibió por parte de Caso, así como la influencia que ambos recibieron de José Ortega y Gasset.
Las otras secciones siguen esta misma línea de reflexión, ya sea mostrando las aportaciones, pero también las críticas que al paso de los años se hacen cada vez más necesarias. Una de las etapas más significativas en nuestra tradición es la filosofía marxista. En ésta se hace presente un interesante razonamiento que podría causar polémica y una nutrida discusión: se establece que el marxismo había aparecido en México desde el siglo XIX de manera práctica, como socialismo y que es hasta el siglo XX que el socialismo se identifica con el marxismo.
Por otro lado, tenemos noticia del marxismo mexicano, ubicado en la línea de las filosofías de la emancipación, debido al trabajo del Partido Comunista de México. Beuchot considera que el primer pensador que empezó a estudiar a Marx de manera más sistemática fue Lombardo Toledano; le sigue Wenceslao Roces, Anibal Ponce, y por supuesto, Eli de Gortari y Carlos Pereyra. Una de las propuestas de Lombardo Toledano y Eli de Gortari consistía en que la filosofía mexicana se hiciera a partir de las categorías de análisis que brindaba el materialismo histórico y el materialismo dialéctico. Mientras tanto, los textos generados por Pereyra no sólo se enfocaban a cuestiones del materialismo histórico, sino también a los movimientos políticos impulsados por la izquierda. Buscaba un socialismo marxista en México que le diera fin a todas las injusticias que se padecen en nuestro país.
Finalmente, señala una corriente sumamente importante y olvidada por muchos, a saber: la filosofía feminista. El autor nos brinda algunos apuntes que nos sirven para elaborar una investigación más profunda del tema. Una de las filósofas más sobresalientes en esta corriente es Graciela Hierro, quien escribió Ética y feminismo, Ética del placer y De la domesticación a la educación de las mujeres mexicanas, entre otras obras. A través de la crítica hacia la condición femenina, señala cuáles son las condiciones de reproducción humana que han afectado a la mujer y cuál ha sido el papel de su educación en el mundo indígena, la colonia y el siglo XIX; propone una ética feminista del interés, que parte de la conciencia de la opresión para llevar a cabo una lucha emancipatoria. Se entiende interés en sentido colectivo o social y no individual. Es imprescindible situar a Graciela Hierro como una de los pilares fundamentales de nuestra historia y tradición al responder a las necesidades de la situación de la mujer mexicana; un precedente para el pensamiento feminista y para las filosofías de la emancipación en México.
Mauricio Beuchot apuesta por una filosofía mexicana y en México que incorpore los métodos de la filosofía universal, pero aplicándolos a nuestros propios problemas. Ahora queda en cada una de nosotras y nosotros, considerar cuáles de las tareas podemos realizar; cuáles creemos pertinentes con base en nuestros intereses filosóficos. Es ardua la labor de continuar con la construcción de esta filosofía, según las necesidades de nuestro contexto, y tomando en cuenta la diversidad de metodologías que existen en nuestra tradición.
Contacto: luzfilos@gmail.com

 

[1]             Mauricio Beuchot, Filosofía mexicana del siglo XX. Editorial Torres Asociados, 1ª edición, México, 2008. p. 10.

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