José María Albino Vasconcelos Calderón fue un abogado, político, escritor, gran educador, funcionario público y filósofo que nació en Oaxaca el 27 de febrero de 1882, y murió en la Ciudad de México el 30 de junio de 1959.
Su padre, Ignacio Vasconcelos Varela, era agente de Aduanas, por lo que realizó algunos de sus tempranos estudios en ciudades fronterizas de Estados Unidos y México como Eagle Pass y Piedras Negras; en 1896 continuó su educación en el Instituto Científico de Toluca del Estado de México; y un año más tarde, en el Instituto Campechano de la ciudad de San Francisco de Campeche.
Después de la muerte de su madre, Carmen Calderón Conde, se muda a la Ciudad de México, e ingresa a la Escuela Nacional Preparatoria, y posteriormente, a la Escuela Nacional de Jurisprudencia, donde obtiene el título de licenciado en derecho.
Organiza y participa en el “Homenaje al Maestro Gabino Barreda”, realizado el 22 de marzo de 1908, en defensa de la memoria de este educador contra los ataques de Francisco Vázquez Gómez.
Un año después participa en la fundación del Ateneo de la Juventud, que tuvo lugar el 28 de octubre de 1909; cenáculo cultural que se interesaba por la literatura, las artes, la filosofía, el espiritualismo, el humanismo y los estudios clásicos, que criticaba las bases teóricas del positivismo y las consecuencias de su adopción en el sistema educativo mexicano.
Se unió al Centro Antirreeleccionista de México, en el que fungió como uno de sus cuatro secretarios y trabajó directamente en la editorial del periódico de dicho Centro, más adelante éste se establecería como el Partido Nacional Antirreeleccionista y se ordenaría bajo el lema “Sufragio efectivo, no reelección”, que Vasconcelos se adjudicó, aunque éste lema fue utilizado por Porfirio Díaz durante su participación en el movimiento del Plan de la Noria en contra del gobierno de Juárez.
Durante los próximos meses las oficinas de edición e impresión de dicha publicación fueron amedrentadas, con varios casos de hostigamiento y detención arbitraria de algunos de sus colaboradores, por lo que Vasconcelos se refugió en los Estados Unidos, y desde ahí, representó al Partido Nacional Antirreeleccionista ante el gobierno estadounidense.
Después de la movilización propia del inicio de la Revolución Mexicana y de la realización de las segundas elecciones presidenciales, Madero resulta vencedor y asume la presidencia de México en 1911. Poco tiempo después, Vasconcelos retorna a México y ocupa la dirección de la Escuela Nacional Preparatoria durante el breve mandato de Madero.
En 1912 Vasconcelos es nombrado presidente del Ateneo de la Juventud; gracias a ello gana tanto mayor renombre como más espacios para sus labores; por lo que en este año cambia su nombre a Ateneo de México, no sólo debido a que muchos de sus miembros ya no eran tan jóvenes; sino, principalmente, para señalar la seriedad con que trabajaban y su consolidación como grupo cultural preocupado por el mejoramiento social.
En febrero de 1913, los generales Victoriano Huerta y Félix Díaz dan un golpe de estado que resulta en el asesinato de Francisco I. Madero, José María Pino Suárez y Gustavo Madero; hecho muy resentido por Vasconcelos y se exilia de nuevo en los Estados Unidos.
A la caída de Huerta y a la proliferación de diversos grupos revolucionarios, Vasconcelos regresa al país y asiste a la Convención Nacional de Aguascalientes junto con el ateneísta Martín Luis Guzmán. En esta convención se designa como presidente interino a Eulalio Gutiérrez, quien coloca a Vasconcelos al frente del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes; sin embargo, la gestión de Gutiérrez fue muy breve por lo que Vasconcelos sólo detentó dicho cargo de diciembre de 1914 a enero de 1915.
Al proclamarse el Plan de Agua Prieta, en 1920, Vasconcelos se pronuncia a favor de Álvaro Obregón y en contra Carranza, por lo que cuando éste último queda en el poder, el ateneísta vuele a exiliarse. Tras la muerte de Carranza, Vasconcelos retorna a México, y en 1921 el presidente interino Adolfo de la Huerta lo pone al frente del Departamento Universitario y de Bellas Artes, cargo que incluía la rectoría de la Universidad Nacional de México; y poco después, durante el mandato de Obregón, se le reitera la rectoría de esta universidad.
Durante su periodo, que abarcó de 9 de junio de 1920 al 12 de octubre de 1921, reorganizó la universidad, propuso al Consejo Universitario el escudo que actualmente detenta la UNAM y la dotó de su característico lema: “Por mi raza hablará el Espíritu”.
En 1921 también fue nombrado Secretario de Instrucción Pública y a través de este cargo desaparece el Departamento Universitario y de Bellas Artes; funda la Secretaría de Educación Pública (SEP), realiza un programa de reforma educativa y una campaña de alfabetización de magnitudes nacionales.
Al frente de esta institución, multiplicó las escuelas técnicas y rurales, se establecieron escuelas indígenas, proliferaron bibliotecas públicas, echó a andar la publicación de la revista “El Maestro” y el semanario “La Antorcha”, y promovió el muralismo mexicano, prodigando espacios en edificios públicos importantes.
En 1924 Vasconcelos tuvo algunos roces con el presidente Obregón, sobre todo, por la candidatura presidencial de Plutarco Elías Calles, impuesta por Obregón, por lo que el oaxaqueño renuncia al cargo al frente de la SEP. Más adelante, durante la presidencia de Calles, se lanzaría como candidato a la gubernatura de Oaxaca, su estado natal; pero pierde las elecciones y se exilia.
A la muerte de Obregón, Vasconcelos retorna y se postula en 1929 como candidato presidencial independiente, enfrentando al candidato designado por Calles, Pascual Ortiz Rubio. Durante los meses previos a las elecciones, Vasconcelos y muchos de sus simpatizantes sufrieron amenazas, agresiones y atentados, incluso algunos líderes vasconcelistas fueron asesinados y el día mismo de las elecciones hubo disparos en contra de los votantes en algunas poblaciones del país.
A pesar de contar con el apoyo de intelectuales mexicanos y latinoamericanos, Vasconcelos pierde las elecciones por un gran margen de votos. Emulando a Madero, promulga el Plan de Guaymas, en el que convoca a la población a levantarse en armas contra el fraude electoral, empero, el llamado fue desatendido y no se concretó la movilización planeada, por lo que de nuevo se retira al exilio alternado entre Estados Unidos y Europa.
Regresa a México en 1940, cuando las condiciones favorables del gobierno de Ávila Camacho, de tranquilidad y estabilidad social, se lo permiten. De febrero a junio de ese año participó en la edición de la Revista Continental Timón, en la que se hacía una defensa de la ideología y programa políticos de la Alemania nazi. Sin embargo, cuando llegaron a México las historias detalladas de los acontecimientos sucedidos en los campos de concentración y en el tratamiento de los prisioneros de guerra, Vasconcelos expresó su repudio a los excesos del nacionalsocialismo alemán y del fascismo italiano.
Si bien, la gran importancia que Vasconcelos concedía a la raza, como factor psico-físico de gran peso dentro de la conformación de las culturas y las naciones, fue la que lo llevó a comulgar con las ideología del nacionalsocialismo, su visión de la ‘raza cósmica’ como fin último de la historia humana, resultado de un proceso de mestizaje lento y armónico de todas las razas en el que se conservan las mejores cualidades de todas ellas, es la que finalmente también le hizo romper con dicha ideología, cosa que dejaría clara en el prólogo a la segunda edición de su obra “La raza cósmica. Misión de la raza iberoamericana” en 1948.
En 1941 fue nombrado Director de la Biblioteca Nacional, cargo que detentó hasta 1947, también se le nombró miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y diez años después calificó como miembro de número, otorgándosele la silla V, y en 1943 participaría en la fundación del Colegio Nacional.
A la muerte del filósofo Samuel Ramos, el 21 de junio de 1929, Vasconcelos le dedica una Oración fúnebre, en ésta se deshizo en elogios para el michoacano y enunció que era una pena que partieran prematuramente los más jóvenes como Ramos; ya que eran los más grandes, como Vasconcelos, quienes debían dejar este mundo primero.
Sin embargo, tan sólo nueve días después; el 30 de junio de 1929, fallece José Vasconcelos a causa de un infarto. Ese año sería recordado tristemente por el fallecimiento de varios intelectuales mexicanos cercanos; pues se sumaría unos meses después la de Alfonso Reyes y la de Genaro Fernández MacGregor.