Las actuales políticas educativas han relegado a la filosofía mexicana por partida triple; en primer lugar, no están inclinadas a apoyar a las humanidades, como a otras áreas de conocimiento; en segundo lugar, se ha logrado reducir las materias filosóficas en la educación media superior, al no ser útiles y hasta contradictorias para el modelo neoliberal actual; y en tercer lugar, porque la filosofía mexicana no es considerada una filosofía que pueda tener influjo dentro de la sociedad mexicana actual.