
Juan Carlos Talavera
La autobiografía que el pensador y filósofo Adolfo Sánchez Vázquez dictó a su hija durante sus últimos meses de vida podría ser publicada en este año, adelantó a Crónica Aurora Sánchez Rebolledo, hija del pensador y catedrático, durante el homenaje que ayer le dedicaron intelectuales y autoridades de la UNAM en la Facultad de Filosofía y Letras.
Por ahora el texto está en proceso de revisión y corrección, y en resumen se trata de un amplio volumen de 500 páginas que el autor dividió en cuatro grandes apartados: infancia, participación en la Guerra Civil Española, exilio en México y últimos años en la realidad mexicana.
Uno de los capítulos más intensos del libro, dijo Aurora Sánchez, es en el que narra su experiencia durante la guerra civil. “Entonces él era muy joven, pero pronto se comprometió con las filas de los republicanos y combatió hasta el último momento”. Pero además, explicó, Sánchez Vázquez vio en este libro una forma de cerrar un ciclo en su vida, una memoria personal que se publicará íntegramente.
Durante el homenaje, en el que participaron Luis Villoro, Gloria Villegas, Federico Álvarez y José Narro, rector de la UNAM, se recordó que más allá de ser un filósofo, Adolfo Sánchez Vázquez fue un hombre de ideas que quiso cambiar el mundo y un hombre que modificó el rostro de la filosofía, al llevarla de su talante contemplativo a la acción.
El homenaje que durará tres días está acompañado de una exposición temporal con objetos personales del autor, como la máquina de escribir que utilizó para escribir sus ensayos, artículos y poemas, así como las medallas que recibió de la Asociación Filosófica de México (2006), al Mérito Ciudadano (2006), del estado de Veracruz (2004), y la placa de oro de la provincia de Cádiz (1997). La muestra se presenta en salones contiguos a la Aula Magna.
Además de una selección de los libros que publicó a lo largo de su vida, un video que data de 2004 donde habla sobre sus ideas de la estética y una serie de fotografías del autor captadas en México y España.
MALA NOTA. En su oportunidad, Federico Álvarez Arregui, profesor de la UNAM, recordó que Sánchez Vázquez fue un hombre de una honestidad política intachable, pensador brillante, un profesor claro, lento, paciente, seguro, de elegante palabra y dueño de lo que decía.
Detalló cómo en 1956 viajó a París para exponer sus ideas frente al comité central del Partido Socialista, donde defendió la necesidad democrática, antidogmática y anticentralista de discutir colectivamente los grandes problemas políticos. El resultado: redujo su militancia al mínimo y dedicó el tiempo al estudio de la filosofía.
También recordó que en sus últimos días el filósofo ya no escuchaba bien, estaba perdiendo la vista, pero lo único que lo reanimaba era completar su autobiografía. Entonces Federico Álvarez evocó una pregunta que le hizo al autor.
“Adolfo, ese capítulo de la juventud… ¿es que nunca te has ido de copas?, ¿nunca has ido a una casa de mala nota?”. Él se molestó y le respondió con aire seco: “Yo no hablo de eso”.
UN DESGARRÓN. Por su parte, Luis Villoro recordó a Sánchez Vázquez como un estudioso que en su producción escrita se dedicó a reflexionar sobre el dilema del marxismo, que por un lado es ciencia, y por el otro un deber que puede ser elegido.
“El marxismo era una ciencia, que nos indica lo que es la realidad y un estado valioso que deberíamos seguir siempre. Esta dualidad que va de la teoría científica al estado de libertad está en todo el marxismo”, detalló.
Por último, la investigadora Juliana González Valenzuela citó el testimonio del exilio del pensador y filósofo, quien jamás se consideró un transterrado, pues para él el exilio es ininterrumpido.
“El exilio es un desgarrón que no acaba de desgarrarse, una herida que no cicatriza; el destierro no es un simple transplante de una tierra a otra… cortadas sus raíces, ya no puede arraigarse. Es la pérdida de la tierra o raíz como centro. El desterrado no tiene tierra, está en vilo sin asentarse en ella, siempre en vilo, sin tocar tierra”, citó.
Y aseguró que una de sus principales aportaciones fue su impulso para que la filosofía dejara de ser contemplativa, así como la posibilidad de ser firme en sus ideas sin llegar a ser un dogmático, pues hasta su muerte consideró que el socialismo era “la teoría más fecunda para quienes estamos convencidos de la necesidad de transformar el mundo”.
Perfil
Adolfo Sánchez Vázquez nació en Algeciras, provincia de Cádiz el 17 de septiembre de 1915 y falleció en México el 8 de julio de 2011. Emigró a México en 1939 a consecuencia de la Guerra Civil española y dedicó su pensamiento al marxismo y socialismo. Entre sus obras están: Las ideas estéticas de Marx (1965), La filosofía de la praxis (1967), Ética (1969), Del socialismo científico al socialismo utópico (1975), Poesía (2005), entre otros, con los que obtuvo reconocimientos como los doctorados honoris causa por las universidades de Puebla, Nuevo León, Guadalajara, Cádiz y la UNAM, y el Premio Nacional de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía.
Fuente: La Crónica de Hoy
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