A 296 años de su nacimiento, ¿Quién fue Francisco Javier Alegre?

Por: Brayan David Olmos Rodríguez

No son escasos los estudios que sobre los jesuitas desterrados por orden de Carlos III en 1768 se han realizado. Dicho fenómeno no es gratuito, fortuito o azaroso; al contrario, es reflejo de una serie de virtudes alcanzada por dichos autores. No hace falta nombrar tampoco a todos los partícipes para, de los más de mil desterrados, descubrir algunos hombres ilustres que desde Europa ­—lugar que en muchas ocasiones rechazo su ingenio por haber nacido en tierras “bárbaras”— defendieron los territorios americanos en la famosa disputa por el nuevo mundo. Nombrar uno por uno es una tarea larga y que aún falta de meditación, sin embargo, lo que si podemos hacer es un listado de los que sabemos con certeza que su labor fraguo en lo más hondo de la literatura mexicana y de cuyos nombres no podemos ni debemos olvidar. Es justo en estos estadios que el nombre de Francisco Javier Alegre entra al escenario.

Nacido un 12 de noviembre de 1729 en la ciudad de Veracruz. Sus primeros estudios los realizó aproximadamente cuando tenía doce años, momento en el que ingresa al Colegio de San Ignacio en Puebla. Tiempo después estudiaría el derecho canónico en la Real Pontificia Universidad de México, donde estudia poco tiempo para regresa a Puebla donde concluye sus estudios de Filosofía y Teología. A los dieciocho años, exactamente el 19 de marzo de 1749, ingresa como novicio en el colegio de jesuitas de Tepozotlán. Donde residió durante cuatro años tiempo dedicado a la

a la lectura y al estudio de la historia eclesiástica y de la Compañía, así como de los Padres de la Iglesia, de los clásicos grecolatinos (Homero, Virgilio, Horacio, entre otros), al aprendizaje de las lenguas (antiguas y modernas) y también del náhuatl que había adquirido gracias a la cercanía que tenía con los indios en los momentos que destinaba a la enseñanza del catecismo religioso[1]

Influenciado durante el noviciado por San Francisco de Sales, Fray Luis de Granada, P. Luis de la Puente, Alvaro de Paz y Nuremberg, así como a los grandes canónicos de la teología como Santo Tomas, Escoto, Suarez y Petavio, el ilustre Francisco Javier Alegre cae en enfermedad y es trasladado al colegio de La Habana donde enseña Filosofía. Su reputación e ingenio para esa época era tan conocida que un procurador en Roma escribe: “Hoy hemos examinado a nuestro Alegre; y puedo afirmar a V. R. con juramento, que no sólo puede enseñar la Teología en una Universidad, sino que honrará a cualquiera Universidad donde la enseñe”[2]. En La Habana gracias al siciliano Alaña perfecciona la disciplina matemática y la lengua griega.

Como ya se sabe, Carlos III expulsa a los jesuitas, incluido nuestro filósofo quien hace fama en Europa y donde dedica los últimos dieciocho años de su vida a escribir, quizá, su obra más larga e importante: Instituciones teológicas. Obra publicada un año después de su muerte después de un ataque de apoplejía un 16 de agosto de 1788, a la edad de 58 años es su casa cerca de Bolonia.

¿Por qué hacemos este breve recorrido de su vida en esta efeméride? La respuesta es relativamente sencilla: Demostrar la versatilidad y diversidad del filósofo mexicano. Sin embargo, para hacer más claro ese propósito nombremos sus obras más relevantes. —Alexandriada, sive de Tyri expugnatione ab Alexandro Macedone (1766),—Homeri Ilias e graeco fonte latinitate donata ac numeris expressa (1788), —Ars Rhethorices ex Tullii .praeceptis concinnata, —Elemcntorum Geometriae lib. XIV. Sectionum Conicarum lib. IV. una, cum Tractatu de Gnomonica, —El Arte poetica de Boileau, traducida al castellano, —Historia de la Provincia de la Compañía de. Jesús de la Nueva España, —Institutionum Theologicarum. Lib. 18. —Miscellanea poetica 2 voL Sermones· 3 vol.

Los títulos nombrados con anterioridad no solo demuestran los múltiples intereses de Alegre, sino también la gran cultura que tenía. Ahora bien, su nombre ha trascendido por sus hazañas intelectuales y por la profunda influencia que éste ha tenido en la historia de la filosofía mexicana. Su proyecto como historiador revela incluso su carácter crítico frente a la violencia ejercida por algunos hombres españoles llegados a América, en este escrito podemos encontrar fragmentos como el siguiente:

El terror de las armas aun cuando fuese allí practicable no hace más que una impresión muy pasajera y muy odiosa para que pueda durar largo tiempo. Se hace muy pesado el yugo que se impone con violencia y las máximas de una vida civil, política y cristiana que se pretende introducir en los salvajes, no se aprenden bien con ejemplos de tiranía. ¿Y de qué sirve al Rey que salgan los capitanes a caza de indios, como de fieras; que maten muchos en el campo, y que por este temor traigan en collera a otros muchos a vivir en los pueblos? ¿Pueden ser vasallos útiles aquellos a quienes sólo la prisión y la cadena tiene corporalmente en poder del soberano?[3]

Y más abajo pregunta:

“¿Qué les falta sino la ocasión para volverse contra su poseedor, como aquel tigre que se ha tenido siempre en jaula? Tal vez algún conquistador bien intencionado procurará persuadirles con dulces palabras el conocimiento del verdadero Dios y la obediencia del Rey; pero ¿concordarán bien estas palabras con la embriaguez, con la lascivia, con la codicia y con la crueldad de sus soldados?”[4]

Los anteriores fragmentos señalan algunos de los muchos problemas de la evangelización de los pueblos, la violencia con los que fueron sometidos que en muchas ocasiones terminaban en desgracia.

Como todo buen filósofo, Francisco Javier Alegre era consciente de su contexto histórico y social y eso reflejó sus demandas y críticas realizadas en varios de sus escritos. Así, en su Instituciones teológicas innovó en no pocos aspectos gracias a las profundas interpretaciones de las escrituras. No es de extrañar, a su vez, que en varios círculos contemporáneos se le conozca más como literato y es que sus varios volúmenes de poesías, su traducción de Homero y su Alexandriada, así como sus narraciones y descripciones precisas de las ciudades de la Nueva España fueran señaladas como grandes composiciones por mas de un autor posterior.

Su legado en la filosofía mexicana aún se explora y cada vez con más ahincó. Muestra de ello es la traducción y edición comentada del primer libro de su Alexandriada, la traducción de la Batracomiomaquia o la reciente selección y traducción de las Instituciones teológicas realizada en colaboración por la Dra. Carmen Rovira y la Dra. Carolina Ponce demuestran las claras intenciones de su estudio riguroso.


[1] PÉREZ SILVA, Gerardo, 2015. “Francisco Javier Alegre: Filósofo, jurista e historiador (1729-1788)”. Universidad Nacional Autónoma de México: tesis de licenciatura. Pág. 12.

[2] RICO GONZALES, Víctor, 1949. “Historiadores mexicanos del siglo XVIII. Estudios historiográficos sobre Clavijero, Veytia, Cavo y Alegre” UNAM. Pag, 131

[3] ALEGRE, Francisco Javier. “Memorias Para la ·Historia de la provincia que tuvo la Compañía de Jesús en Nueva España”. Vol. I, pp. 158-1 59.

[4] Ibid.

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