Gabriel Vargas Lozano*
19 de junio de 2025
Los días 4, 5 y 6 se celebró el congreso La necesidad de la filosofía en el bachillerato del siglo XXI, organizado por el Comité Nacional en Defensa de la Filosofía y la Subsecretaría de Educación Media-Superior de la SEP. En el congreso se presentaron 85 ponencias de profesores provenientes de Baja California, Guanajuato, Michoacán, Nuevo León, estado de México, Guerrero, Jalisco, Nayarit, Chihuahua y la Ciudad de México.

Los ponentes coincidieron en la necesidad de reincorporar disciplinas como ética, lógica y la introducción a la filosofía en la educación media superior. La razón de ello se debe a que la actual reforma ha suprimido las disciplinas en general y las de filosofía en particular a nombre del método denominado transversalidad.
Este concepto, propuesto por Piaget, Edgar Morin y Basarab Nicolescu, entre otros, busca dar cuenta del carácter interdisciplinario y transdisciplinario mediante el cual se requiere hoy abordar el conocimiento en lugar de los compartimientos estancos mediante los cuales se estudian, por lo general, las disciplinas. Esta propuesta es importante y plausible, pero en el nivel de investigación después de haberse formado en las disciplinas.
Lo curioso es que quienes fueron responsables, en el pasado sexenio, de dar forma y contenido al marco curricular común del bachillerato, no sólo aplicaron el método, sino que incluso agregaron, de su parte, que las unidades de conocimiento, se organicen bajo tres categorías que inventaron, a saber: experiencias; vivir aquí y ahora y estar juntos y una serie de subtemas.
Pero, además, como les corría el tiempo ya que empezaron dos años antes de que terminara el régimen de López Obrador, no sometieron su experimento a la necesaria prueba de pilotaje, lo que me parece una increíble irresponsabilidad frente a millones de jóvenes. A mi juicio, esta reforma no toma en cuenta, aunque aparentemente así lo pretenda, ni la situación de los jóvenes que hoy requieren urgentemente análisis frente a problemas éticos como los de la violencia, el narcotráfico, la discriminación de clase, sexo y raza, la violación de los derechos humanos, el cambio de valores, etcétera.
Tampoco que se requieren clases íntegras de lógica para distinguir un discurso racional y otro falaz o de introducción a la filosofía para cuestionarse sobre lo que debería ser una sociedad justa, el valor de las utopías, las ideologías, la formación de un pensamiento crítico y otros temas.
* Profesor-Investigador de la UAM-I
Fuente: La Jornada.